LOS CINCO MANDAMIENTOS DEL DISEÑADOR DE MODAS
Todos sabemos que los mayas inventaron el cero y haciendo honor a su sabiduría, debo decir que para un aspirante a diseñador de moda, cubrir el requisito cero es lo más importante. En realidad estoy hablando de un pre-requisito: la calidad en la confección. Sin ella, puede que se autocalifique como un mal costurero o un mal sastre, pero jamás debe osar ser considerado como un diseñador.
Siempre será un misterio que nadie se haya percatado de esto en las plataformas de moda mexicanas. Ahí, muchas veces van desfilando los vestidos de asimetría involuntaria, con hilos al aire y zippers ondulados. Después de lo cual sale el responsable de semejantes atrocidades, el público le aplaude, la prensa lo congratula y, a la temporada siguiente, la misma plataforma lucha por mantener a ese creador en su cartel, ofreciéndole algo más de lo que puede dar la competencia. Que alguien me explique por qué.
Ah, pero todavía hay cinco elementos más a tomar en cuenta. El primero, es que la colección de prendas tengan un concepto. No se trata de hacer todo gótico o que cada prenda tenga el mismo elemento. De hecho, debe haber un hilo conductor a pesar de que la colección ofrezca diferentes siluetas y soluciones para varios tipos de cuerpo. Sin embargo, el concepto no sólo se reduce a la ropa, pues el maquillaje, la música, el escenario y el tipo de modelos van a complementar la idea. Hace poco, Alejandra Quezada presentó un desfile en el que todo era un matrimonio entre lo tirolés y lo peruano. Esta mezcla ciertamente no era fácil de concebir y mucho menos de lograr, pero como la congruencia entre los elementos se imponía, el efecto fue realmente fantástico.
Después está la propuesta. Hacer ropa cuadrada en manta no tiene nada especial. Ponerle un par de bordados o una combinación de colores tampoco califica como una propuesta. El desarrollo de una idea sí. Jesús Ibarra y Bertholdo presentaron alguna vez una colección inspirada en el arquitecto Barragán. Sus prendas representaban, claramente, edificios con ventanas, vigas, diferentes tipos de volumen y, desde luego, mucho color. Lo más importante, sin embargo, fue que los vestidos eran bonitos y deseables también.
El tercer punto lo llamaremos encaje. O, lo que es lo mismo, embonar con las tendencias del mundo. Es fantástico ver que Armando Mafud o Pineda Covalín mandan colecciones que se inspiran en los bordados tradicionales, por ejemplo, y que nada tienen que ver con lo que sucede en el resto de las capitales de moda en el planeta. Pero esta licencia no se la pueden, ni deben, dar la mayoría de los que presentan sus prendas en una plataforma. Para que un diseñador mexicano sea competitivo y trascienda las fronteras, debe relacionarse con las colecciones y tendencias que se muestran en París, Nueva York o Barcelona, por mencionar algunas ciudades clave. Para ello, es indispensable que el diseñador se mantenga al tanto de la moda internacional, adquiera información privilegiada o, en su defecto, dedique buena parte de su tiempo a indagar lo que sucede en las pasarelas del mundo a través del Internet o las revistas especializadas.
La identidad es clave. Porque un buen diseñador debe distinguirse siempre. Desde luego que la personalidad inicial de un diseñador como Giorgio Armani, despunta no sólo por su originalidad (no se puede tener identidad cuando se copia a alguien más), sino porque constantemente utiliza elementos que la representan. Un Calvin Klein es fácilmente reconocible incluso ahora que es diseñado por Francisco Costa, lo cual demuestra que hasta el minimalismo constante puede hacer la diferencia.
Continuidad es el quinto elemento. No importa cuánto se esmere un diseñador para lograr los cuatro puntos anteriores, si la colección siguiente se dispara del concepto y comienza a traicionar su propia personalidad, perderá todo el terreno recorrido. Un diseñador nacional que ha logrado consumarse como tal sin trastabillar, pero siempre ofreciendo una propuesta que no lo paraliza, es Carlo Demichelis. Si bien es cierto que él, como otros de sus colegas internacionales, ya no crea directamente sus colecciones, su marca continúa manteniendo el mismo ADN que lo caracteriza desde su creación. Han pasado ya décadas desde que Demichelis es quien es y no sólo no se ha estancado, sino que sigue ofreciendo el mismo glamour de siempre.
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